III. La experiencia pospascual teresiana: vivir para
La experiencia pospascual, la podemos encontrar en los capítulos 32-40. Son los capítulos que verifican las obras de la “nueva vida” en Cristo. Se trata de comunicar la respuesta amorosa de las obras hechas en correspondencia al tanto amor recibido del Señor. Podemos afirmar que se trata de las obras del orante. El orante no es una isla, necesita tierra abierta para contagiar del amor que recibe de Dios, el corazón de los demás. El orante no es un egoísta, no es un solitario. El orante, en el pensamiento de Teresa, es el constructor de un cielo nuevo y de una tierra nueva. El orante representa, para Santa Teresa, el otro mundo posible. Y aquí descubrimos la otra línea de la mistagogía teresiana: meter por los ojos al catequizando (lectores) la grandeza y el poder de Dios, la incuestionable fecundidad de la vida del orante abandonado a la voluntad de Dios. Ella lo irá viviendo así, con la conciencia clara de saberse instrumento del Señor. (Continúa donde dice: "Más información"...)